2 abr 2015

Y de repente... Curry


El tiempo pasa para todos, con la sensación de mayor o menor rapidez dependiendo de la persona o del estado de ánimo y el mundo del deporte no vive ajeno a ese suceso, a esa circunstancia. Se encumbran y sobre todo se trituran ídolos o héroes a un ritmo frenético. En eso el mundo del deporte y todo lo que lo rodea (prensa, aficionados, fama...) es especialista, se fagocitan jugadores. Los aficionados, la prensa, necesitamos novedades, nos cansamos demasiado rápido de ver siempre lo mismo, las mismas caras, los mismos movimientos, pedimos con urgencia algo novedoso, un soplo de aire fresco que nos vuelva a iluminar la cara y que nos aleje del hastío que nos produce la monotonía. Y para eso necesitamos nuevos ídolos que sucedan al anterior, aunque la jubilación se les presuponga a algunos antes de lo debido y sin importarnos casi la opinión del protagonista. Una tremenda injusticia, pero funciona así. 

Entrando de lleno en el mundo NBA siempre ha habido un rey, un ego que superaba al de los demás, en algunas épocas afortunadas ha habido una pelea tremenda por ese trono ( Larry y Magic), en otras no tan productivas el tuerto era el rey y en otras uno dominaba con puño de hierro la liga y todos vivían resignados o no a la sombra de sus éxitos, en este caso nadie dominó tanto como Jordan y desde entonces se anda buscando un heredero. 
Muchos han saboreado el poder, pero pocos han conseguido mantenerlo más allá de algo puntual. Kobe lo tuvo y retuvo durante un tiempo, pero su carrera llega a su fin y se busca sucesor. No me olvido de Lebron que también parecía ser el elegido desde su llegada a la liga, sin pasar por la universidad, pero viéndolo con objetividad después de tantos años, 2 anillos no parecen un gran legado, aunque mantenga una gran influencia y le queden varios años en activo aún. 
Ahora aparece una nueva hornada de jugadores que han ido metiendo la patita, enseñando el hocico. Kevin Durant parecía ser junto a Derrick Rose el futuro más inmediato de la liga, sobre todo KD que mostraba cosas y un dominio de los partidos similar a los más grandes, sin embargo la poca evolución de su equipo y sus continuos problemas con las lesiones, no tan preocupantes como las de Rose, han hecho frenar su candidatura a rey de la liga y ha sembrado la duda y sobre todo decepción en muchos aficionados. Lo que decía de encumbrar y destruir, un mal año y enseguida pensamos en algún sustituto.
Ahora con el fin de la temporada regular a la vuelta de la esquina, se hace balance de lo visto tanto individual como colectivamente y ahí vemos en la cabeza de la liga a Golden State Warriors, con un juego eléctrico, frenético y una velocidad y efectividad impensable para muchos e irrealizable para casi todos. Y el líder de ese equipo, el representante de ese estilo de juego maravilloso, es un base pequeño de cuerpo endeble a simple vista y con cara de niño: Stephen Curry. Un chico muy alejado de los estereotipos que rodean a los deportistas, en especial de la mayoría de jugadores de la NBA. Sencillo, agradable, calmado, sin histrionismos, sin parafernalias a su alrededor, sin escándalos, centrado en su familia, su novia de toda la vida, sus padres (su padre Del Curry, ex- jugador de NBA) y que con su "normalidad", lo pongo entre comillas porque nada de lo que hace con un balón es normal, ha conseguido meterse en el bolsillo a toda la liga, organización, compañeros, rivales, aficionados, prensa... Pocas veces te encuentras con una personalidad pública y más aún en el deporte donde hay tantas filias y fobias, que provoque una unanimidad prácticamente total hacia su figura. Es un jugador que engancha, que está capacitado para atraer un volumen de gente espectacularmente alto para verle jugar, es el claro ejemplo de aire fresco, algo que nunca viene mal y más al mundo del baloncesto, que sabemos que no vamos sobrados de grandes figuras y que vivimos a la sombra de otros. Llegó a la liga procedente de una pequeña universidad "Davidson College", donde logró cosas impensables contra universidades muy potentes y con gran tradición como North Carolina, Kansas o Gonzaga. Elegido en el número 7 del draft por los propios Warriors, seguramente por su aparente fragilidad, algo que se confirmó en los primeros años, con continuas lesiones en ambos tobillos y que hacían pensar que frenarían su trayectoria, pero se sobrepuso, fortaleció sus maltrechas articulaciones y ha logrado mantener una continuidad que le ha catapultado a lo más alto, convirtiéndolo por derecho en una estrella. Se ha convertido en el jugador con más triples anotados en una temporada, superando a un mito como Ray Allen, en la mitad de tiempo que lo que tardó éste, solo 6 temporadas ha necesitado Curry.



Stephen Curry es un paradigma en sí mismo, una excepción dentro de la liga. Vemos que el baloncesto se ha convertido y sigue evolucionando hacia un deporte cada vez más físico con tantas ataduras tácticas, con tanto control por parte de los entrenadores, donde la libertad del jugador está quedando reducida a la mínima expresión y sin embargo, él nos demuestra que el talento puede con el físico y la táctica si lo entrenas y sabes como ponerlo en práctica. Es un jugador totalmente diferente al resto. Casi un milagro. Se divierte jugando y te lo hace saber, a la vez que provoca que disfrutes con él. No tengo duda en que a final de mes se convertirá en MVP de la Regular Season. Y será más que merecido, porque no todo se mide con estadísticas y números, también con sensaciones y con momentos de felicidad y de locura absoluta, momentos de dejarte boquiabierto y de pensar que lo que acabas de ver, aún después de 20 repeticiones no puede ser posible y en eso ahora mismo Stephen Curry no tiene rival. Es el número 1. El rey del Oracle Arena (su pabellón), el rey de Oakland, San Francisco,ahora sueña y desea ser el rey de la NBA.