18 may 2015

El triunfo de un estilo


Sorprende ver la facilidad con la que cambian las cosas y la velocidad a la que lo hacen. Muchas veces en un visto y no visto, hoy estás arriba y mañana abajo, nada mejor para representar este vaivén de acontecimientos que el mundo del deporte, generador infinito de emociones para bien o para mal. Y este pasado fin de semana hemos visto un claro ejemplo de como algo puede tener un final bien distinto del que muchos auguraban apenas un par de meses atrás. 

Comenzaba el Real Madrid la temporada con el mazazo de haber perdido por segundo año consecutivo la final de Euroliga y en ambas ocasiones de manera inesperada por como llegaba a ellas, con un juego vistoso y vibrante, convirtiendo cada partido en un espectáculo digno de ser visto y alabado. 
Muchas dudas alrededor de la plantilla: la marcha de Mirotic, con la consiguiente búsqueda de un recambio de nivel, así como de otros jugadores y los recambios parecían no convencer del todo ni a la afición ni a los periodistas "especializados". Aunque si alguien estaba cuestionado por casi todos, fueran del ámbito que fueran, era el entrenador Pablo Laso, el que para muchos había sido el principal culpable de las derrotas cosechadas. Se pedía su destitución en el inicio de temporada, un cambio de juego más efectivo, en definitiva un entrenador con más recursos técnicos y tácticos, así como alguien con más experiencia en empresas difíciles y todos sabemos que el Madrid lo es. 
El equipo comenzó enchufado el año, desplegando el mismo juego y divertimento y eso acalló por un tiempo esas voces críticas, sin embargo el equipo entró en una mala racha en diciembre con varias derrotas consecutivas en liga y Europa, incluida una frente al eterno rival: FC Barcelona, en el momento en el que empieza justo lo "gordo" de la temporada con la Copa del Rey a la vuelta de la esquina y lo más duro de Euroliga. Ahí aparecieron de nuevo esas voces con más fuerza que nunca y traían refuerzos. Una presión sobre el equipo tan asfixiante, tan elevada como injusta. Injusta porque ese grupo bien se había ganado la confianza y el derecho a fallar o a tener un bajón, pero ya sabemos que la piedad en el deporte es casi inexistente y que aficionados y periodistas somos los mayores tiranos. El deporte es tirano y cruel y su memoria corta y deteriorada. Pintaba fea la temporada si no echaban a Laso y a la mitad de la plantilla...decían. 
Un entrenador que nos recogió del desierto más profundo y nos enseñó el oasis en multitud de ocasiones. Copas del rey, supercopas, ligas, dos final fours seguidas y aún así no nos valía. Y este año lo ha vuelto a hacer, con toda la presión que se estaba formando nos dio la Copa del rey, barriendo en la final al Barcelona, primeros de grupo en las dos fases de Euroliga y líderes en ACB con dos jornadas por jugarse, pero si no ganaba la Final Four y jugando en casa todos estos logros, los de años anteriores y los presentes quedarían en nada, los borraría el tiempo, injusto pero cierto.
Con todo esto se plantaba el viernes el equipo y el entrenador, con todos estos pensamientos y con los fantasmas del pasado. Pero algo cambió. La suerte, que hasta ahora había sido esquiva para esta generación, para esta plantilla y para Laso, especialmente para él. Un trabajo multiplicado por diez, una concentración perfecta y por fin se logró. En semis contra el Fenerbahce del temido Obradovic. Los turcos eran primerizos en estas guerras, pero dirigidos por un maestro de ellas. El madrid salió vencedor con una primera parte perfecta, con un vendaval de juego, con un Ayón callando bocas y con un Nocioni poderoso e irreductible. El Real Madrid se plantaba en la final con cierto poderío y con ganas de revancha, su rival Olympiacos, el equipo griego dirigido por el demonio Spanoulis, la revancha de la final de hacía dos años en Londres estaba servida, pero el Madrid jugaba en casa y venía con la lección aprendida.
Daba comienzo la final y partido trabado, estilo griego impuesto y algún fantasma aparecía, pero fueron espantados, porque esta vez el equipo demostró que había madurado y que si hacía falta ir a la pelea, bajar al barro y olvidarse de las florituras, pues lo harían. Y ahí el Madrid salió vencedor, gracias a una racha épica de Carroll con once puntos seguidos en apenas 120 segundos, justo cuando más apretaba Olympiacos y ahí murió el partido. El madrid se afianzó y controló el partido de la mano de un Nocioni peleón, todo carácter el argentino. La copa estaba cerca. Esta vez no se escapaba.
Y con el pitido final todas las emociones desatadas. Sabían que se habían quitado un peso de encima enorme, una presión excesiva y que ahora sí serían recordados. Era la guinda del pastel. Y en casa, rodeado de los suyos, familias y amigos, aficionados, en su ciudad. La recompensa al trabajo de años, el reconocimiento a un estilo de juego que volvía a enganchar, que divertía a la gente y la confirmación de que ese modo de jugar y de divertirse en la cancha puede ser efectivo. El dios del baloncesto se lo debía. Se lo debía a esa barba mágica que nos alucina con cada movimiento en pista, a ese Llull que es todo energía y fuerza, a esos tiros imposibles y esos vuelos de Rudy, al buen rollo y a la intensidad de Slaughter, a esa máquina de anotar que es Carroll, se lo debía a nuestro capitán, Felipe no se podía ir sin esta victoria, se lo debía a ese "viejo" llamado Nocioni que prometió cuando llegó que venía para ganar y vaya si ha cumplido con MVP incluido y se lo debía al resto de jugadores que no habían aparecido demasiado, pero que acudieron fieles a la cita más importante del año: K.C. Rivers y Maciulis, una final increíble ambos. Y por último se lo debía al artífice de todo esto, al que implantó el estilo y lo defendió de todos y contra todos con ferocidad, como un padre defendiendo a su hijo, Laso es el claro ejemplo de trabajo, de convencimiento en lo que hace y de paciencia, mucha paciencia. 
Y al final después de tantas vueltas y cuando parecía el peor año, todo cambió. La mejor temporada en años cuando nadie la esperaba. El triunfo más deseado. 20 años después el Madrid vuelve a reinar en Europa. Y que dure.



2 abr 2015

Y de repente... Curry


El tiempo pasa para todos, con la sensación de mayor o menor rapidez dependiendo de la persona o del estado de ánimo y el mundo del deporte no vive ajeno a ese suceso, a esa circunstancia. Se encumbran y sobre todo se trituran ídolos o héroes a un ritmo frenético. En eso el mundo del deporte y todo lo que lo rodea (prensa, aficionados, fama...) es especialista, se fagocitan jugadores. Los aficionados, la prensa, necesitamos novedades, nos cansamos demasiado rápido de ver siempre lo mismo, las mismas caras, los mismos movimientos, pedimos con urgencia algo novedoso, un soplo de aire fresco que nos vuelva a iluminar la cara y que nos aleje del hastío que nos produce la monotonía. Y para eso necesitamos nuevos ídolos que sucedan al anterior, aunque la jubilación se les presuponga a algunos antes de lo debido y sin importarnos casi la opinión del protagonista. Una tremenda injusticia, pero funciona así. 

Entrando de lleno en el mundo NBA siempre ha habido un rey, un ego que superaba al de los demás, en algunas épocas afortunadas ha habido una pelea tremenda por ese trono ( Larry y Magic), en otras no tan productivas el tuerto era el rey y en otras uno dominaba con puño de hierro la liga y todos vivían resignados o no a la sombra de sus éxitos, en este caso nadie dominó tanto como Jordan y desde entonces se anda buscando un heredero. 
Muchos han saboreado el poder, pero pocos han conseguido mantenerlo más allá de algo puntual. Kobe lo tuvo y retuvo durante un tiempo, pero su carrera llega a su fin y se busca sucesor. No me olvido de Lebron que también parecía ser el elegido desde su llegada a la liga, sin pasar por la universidad, pero viéndolo con objetividad después de tantos años, 2 anillos no parecen un gran legado, aunque mantenga una gran influencia y le queden varios años en activo aún. 
Ahora aparece una nueva hornada de jugadores que han ido metiendo la patita, enseñando el hocico. Kevin Durant parecía ser junto a Derrick Rose el futuro más inmediato de la liga, sobre todo KD que mostraba cosas y un dominio de los partidos similar a los más grandes, sin embargo la poca evolución de su equipo y sus continuos problemas con las lesiones, no tan preocupantes como las de Rose, han hecho frenar su candidatura a rey de la liga y ha sembrado la duda y sobre todo decepción en muchos aficionados. Lo que decía de encumbrar y destruir, un mal año y enseguida pensamos en algún sustituto.
Ahora con el fin de la temporada regular a la vuelta de la esquina, se hace balance de lo visto tanto individual como colectivamente y ahí vemos en la cabeza de la liga a Golden State Warriors, con un juego eléctrico, frenético y una velocidad y efectividad impensable para muchos e irrealizable para casi todos. Y el líder de ese equipo, el representante de ese estilo de juego maravilloso, es un base pequeño de cuerpo endeble a simple vista y con cara de niño: Stephen Curry. Un chico muy alejado de los estereotipos que rodean a los deportistas, en especial de la mayoría de jugadores de la NBA. Sencillo, agradable, calmado, sin histrionismos, sin parafernalias a su alrededor, sin escándalos, centrado en su familia, su novia de toda la vida, sus padres (su padre Del Curry, ex- jugador de NBA) y que con su "normalidad", lo pongo entre comillas porque nada de lo que hace con un balón es normal, ha conseguido meterse en el bolsillo a toda la liga, organización, compañeros, rivales, aficionados, prensa... Pocas veces te encuentras con una personalidad pública y más aún en el deporte donde hay tantas filias y fobias, que provoque una unanimidad prácticamente total hacia su figura. Es un jugador que engancha, que está capacitado para atraer un volumen de gente espectacularmente alto para verle jugar, es el claro ejemplo de aire fresco, algo que nunca viene mal y más al mundo del baloncesto, que sabemos que no vamos sobrados de grandes figuras y que vivimos a la sombra de otros. Llegó a la liga procedente de una pequeña universidad "Davidson College", donde logró cosas impensables contra universidades muy potentes y con gran tradición como North Carolina, Kansas o Gonzaga. Elegido en el número 7 del draft por los propios Warriors, seguramente por su aparente fragilidad, algo que se confirmó en los primeros años, con continuas lesiones en ambos tobillos y que hacían pensar que frenarían su trayectoria, pero se sobrepuso, fortaleció sus maltrechas articulaciones y ha logrado mantener una continuidad que le ha catapultado a lo más alto, convirtiéndolo por derecho en una estrella. Se ha convertido en el jugador con más triples anotados en una temporada, superando a un mito como Ray Allen, en la mitad de tiempo que lo que tardó éste, solo 6 temporadas ha necesitado Curry.



Stephen Curry es un paradigma en sí mismo, una excepción dentro de la liga. Vemos que el baloncesto se ha convertido y sigue evolucionando hacia un deporte cada vez más físico con tantas ataduras tácticas, con tanto control por parte de los entrenadores, donde la libertad del jugador está quedando reducida a la mínima expresión y sin embargo, él nos demuestra que el talento puede con el físico y la táctica si lo entrenas y sabes como ponerlo en práctica. Es un jugador totalmente diferente al resto. Casi un milagro. Se divierte jugando y te lo hace saber, a la vez que provoca que disfrutes con él. No tengo duda en que a final de mes se convertirá en MVP de la Regular Season. Y será más que merecido, porque no todo se mide con estadísticas y números, también con sensaciones y con momentos de felicidad y de locura absoluta, momentos de dejarte boquiabierto y de pensar que lo que acabas de ver, aún después de 20 repeticiones no puede ser posible y en eso ahora mismo Stephen Curry no tiene rival. Es el número 1. El rey del Oracle Arena (su pabellón), el rey de Oakland, San Francisco,ahora sueña y desea ser el rey de la NBA.



16 feb 2015

No fue un All Star más


Las temporadas NBA se caracterizan por llevar los equipos un ritmo frenético de viajes, entrenamientos y partidos, sin embargo todos los años por estas fechas, la liga se toma un respiro y es lo que conocemos por el "All Star Weekend". Un fin de semana de relax para todos ellos, jugadores, entrenadores y árbitros que aprovechan para cargar pilas para el tramo final de temporada y para divertirse de diferentes maneras. 
Este año el evento se ha celebrado en un lugar especial, Nueva York, con la ayuda de Brooklyn. Un lugar mítico como el Madison Square Garden acogería el partido de las estrellas el domingo, mientras que el Barclays Center de Brooklyn sería el lugar para celebrar el partido del viernes y los concursos del sábado.

Este evento sirve también como promoción para la NBA de manera internacional y ponen toda la maquinaria publicitaria en funcionamiento. Las televisiones tienen un papel principal en esta tarea, miles de promos durante todo el fin de semana, así como la utilización de los propios jugadores en numerosos spots publicitarios, ya sea para la cadena en concreto o para la marca deportiva que les viste. Las redes sociales como no podía ser de otra manera, también tienen su función dentro de este engranaje de publicidad. Se prevee que el impacto económico en la ciudad al término del All Star será de unos 200 millones de dólares aproximadamente.
Pero no todo es show en éstos días, los jugadores aprovechan para reunirse y tomar decisiones dentro del sindicato de jugadores. En esta ocasión han tomado la decisión de nombrar a Lebron James vicepresidente de la asociación, la cual está presidida por Chris Paul. Pesos pesados siendo portavoces de toda la profesión de cara a futuras negociaciones con los dueños de las franquicias y el comisionado de la NBA, Adam Silver. Ya se van posicionando los jugadores y los dueños en puntos algo alejados, por lo que se puede vislumbrar tensas negociaciones en próximos veranos.

El show como cada año comienza el viernes con el partido de Rookies (jugadores de primer año) y sophomores (jugadores de segundo año), con la novedad este año de unir en un mismo equipo a ambos, pero separándolos por nacionalidades, así el partido sería un USA contra el Resto del Mundo. Todo esto con la idea de dotar al partido de algo más de interés para el aficionado y de "seriedad" para los jugadores que lo disputan tocándoles el sentido patriótico, sobre todo en el caso de los americanos. Sin embargo, el partido fue más de lo mismo, una pachanga con poco interés y cero intensidad, donde lo más destacado fue ver la actuación del ex- madridista Nikola Mirotic y que el MVP del partido fue para el rookie de Minnesota, Andrew Wiggins. El partido cayó del lado del Resto del Mundo. 
Y llegaba el sábado. El día de los concursos. La expectación creada alrededor del concurso de triples en concreto era altísima. Pero vayamos por partes. El primer concurso que tiene lugar es el "Shooting Star", éste consiste en hacer equipos de tres, compuestos por un ex jugador, un jugador y una jugadora en activo, y se reparten tres zonas de tiro, acabando el recorrido en el centro del campo, desde donde uno de ellos tiene que anotar para parar el crono. Por tercer año consecutivo los ganadores fueron el Team Bosh compuesto por: Chris Bosh, Swin Cash y Dominique Wilkins.
Una vez acabado, el siguiente concurso en celebrarse sería el "Skills Challenge". Consistía en enfrentar a los participantes de dos en dos, a través de un recorrido haciendo zig-zags, pase de pecho, bandeja y finalmente un tiro de tres. Eliminatorias directas y al final el vencedor fue un sorprendente Patrick Beverley. Ganador con más pena que gloria, pero ganador.
Y llegaba el plato fuerte de la noche. Cierto que el concurso de mates siempre ha sido lo más esperado históricamente en este evento, sin embargo la trayectoria de estos últimos años ha provocado el desinterés de los aficionados en ese concurso y el fijar los ojos y las esperanzas en el de triples, y éste año con más razón que nunca. Un reparto estelar. Los mejores tiradores del planeta. Todos y cada uno de ellos eran los deseados por la afición. Unos cañoneros que lo demuestran partido tras partido peleando por ser el rey de los demás.
De izqda a dcha: Klay Thompson, James Harden, Marco Bellinelli, Kyle Korver, J.J. Reddick, Wesley Matthews, Stephen Curry y Kyrie Irving.

Estaban todos, no faltaba nadie. El funcionamiento del concurso, sencillo. Cinco carros con seis balones en cada uno de ellos y el último de cada carro tricolor (valor doble). La novedad de este año, uno de los carros estaba compuesto íntegramente por balones tricolor y cada participante decidía en qué lugar ponerlo. Los tres que mayor puntuación obtienen, pasan a la ronda final. 
Una ronda preliminar bestial con 5 de ellos por encima de los 20 puntos. Quizás la decepción Kyle Korver, el que para muchos es el mejor triplista de la NBA y el principal favorito para hacerse con la corona de "Rey del triple" no logró una buena puntuación y no pasó a la final. Los finalistas: Kyrie Irving, ganador en 2013, y por otro lado los "Splash Brothers" (Stephen Curry y Klay Thompson). Para Curry era su cuarta participación y solo en una de ellas había logrado pasar a la ronda final, y vaya si la aprovechó. Abrió el fuego Irving, empeorando la marca de la ronda anterior y quedando descartado para ser el ganador. Tras él Curry, a la postre ganador claro del concurso. Una serie delirante. Al alcance de muy pocos en la historia. De hecho con su serie de 13 triples anotados de manera consecutiva lograba la segunda mejor marca de la historia en ese ámbito, por detrás solo de Craig Hodges que logró 19. Sus 27 puntos finales también son una marca histórica, pues es la segunda más alta de la historia, superada una vez más por el propio Craig Hodges. Su "hermano" Klay saldría tras él, pero poco pudo hacer ante la exhibición ofrecida minutos antes por Curry.





Y así llegábamos al final de la noche. El fin de fiesta como es habitual corría a cargo del "Sprite Slam Dunk". Pocas esperanzas, pero con la satisfacción de haber visto un concurso de triples histórico. Qué errado era nuestro pensamiento. Los participantes:


Ninguna estrella acudía al rescate de este concurso. Dos rookies (Antetokounmpo y Lavine) y dos sophomores (Plumlee y Oladipo). Las pocas ilusiones de ver algo potable en manos de Oladipo y Lavine. La incógnita era Antetokounmpo y el que sobraba Plumlee.
Éste último fue el encargado de dar el comienzo al concurso con un mate del montón. A continuación, el griego Antetokounmpo que apareció con la bandera de su país y con una pléyade de mujeres vestida de la manera tradicional griega, como si fuera el héroe de la película y se quedó en un simple actor de reparto y de los malos, ya que no pudo llevar a cabo su primer mate de la noche tras los tres intentos. Dejaba paso a Victor Oladipo que aparecía con sombrero y cantando el célebre "New York, New York" de Frank Sinatra. Primer intento fallido, que nos hacía imaginar que si lo conseguía sería un mate histórico y a la tercera fue la vencida. Un mate sencillamente espectacular y que quedaría en nuestra retina durante mucho tiempo. Algo nunca visto antes. Un mate de espaldas, a dos manos, aro pasado y previo a todo esto dando un giro de 540º en el aire. El pabellón en pie. Los jueces rendidos y puntuación máxima para él. Un 50 merecidísimo. Solo esta acción mejoraba años enteros anteriores. Ya había merecido la pena aguantar. Pero habría más, mucho más. 
Zach Lavine, compañero de Ricky Rubio en Minnesota, hacía acto de aparición en la pista. Mientras Ricky en twitter ya avisaba que su compañero tenía algo preparado brutal y que mejoraba lo visto de Oladipo en el mate anterior. Se despojaba de su camiseta de equipo y dejaba a nuestra vista la mítica camiseta que Michael Jordan llevaba en el film "Space Jam" y que a él le había inspirado y marcado para convertirse en jugador de baloncesto, de fondo la música de la película, obvio. Agarraba el balón y a la primera, sin avisar, sin dejarnos pistas, nos ofrecía un mate increíble. Balón al aire, lo agarra, se lo pasa entre las piernas, con una mano y la hunde aro pasado con la mano contraria. Visualmente perfecto. En cámara superlenta, más que perfecto. 50 para él también. Y Ricky vaticinaba en twitter que aún no habíamos visto nada... 
En el segundo mate de la primera ronda mismos resultados para los dos primeros. Tanto Plumlee como Antetokounmpo pidieron ayuda a sus respectivos hermanos y ambos nos ofrecían un mate sencillito y sin imaginación. Aparecía de nuevo Oladipo. El listón a estas alturas, quién nos lo iba a decir, por las nubes. Se acercaba con el balón a su ídolo de infancia, el gran Hakeem Olajuwon, para que se lo firmara. A su vez le pedía ayuda a su compañero de equipo Elfryd Payton. Balón a su compi, desde la esquina de la pista uno tras otro, se la deja golpeando en el canto del tablero y Oladipo la agarra haciendo un 360 en el aire y matándola contra el aro. Bonito, pero con lo visto previamente, insuficiente. Turno para Lavine. Ya con su camiseta de equipo y virtualmente clasificado para la ronda final, nos regalaba otro mate histórico. Si con el primero ya teníamos reminiscencias de Vince Carter, tras éste lo veíamos de cuerpo presente, pero con varios años menos. Un mate bestial que provocaba el delirio de los aficionados en el pabellón y seguro que de todos y cada uno de los que lo estaban viendo en sus casas. De nuevo balón al aire, lo agarra con la izquierda y se la pasa a su mano derecha por la espalda para terminar hundiéndola en el aro. Y a la primera de nuevo. Plasticidad, elegancia y perfección en estado puro. Si ya lo decía Ricky... Ya teníamos ganador independientemente de lo que pasara en la final. En la ronda final con las expectativas disparadas, el nivel fue inferior, pero claro cuando ves la excelencia en algo solo te conformas con eso.  Oladipo no tuvo acierto en sus intentos y tuvo que cambiar uno de ellos y Lavine nos regaló dos mates parecidos, uno con la ayuda de Wiggins y el último con la ayuda de Shabazz Muhammad, dos compañeros de equipo. Dos mates de nivel inferior, pero daba igual. Oladipo y sobre todo él, que terminaría ganando, habían conseguido renovar la ilusión de la gente con respecto a este concurso para varios años más. Una resurrección en toda regla. Y así acababa el sábado, ya solo quedaba el partido de los "mayores", el "All Star Game".




El partido del domingo también ha ido perdiendo interés y sobre todo competitividad año tras año. El foco de interés estaba puesto sin lugar a dudas en el duelo histórico de los Gasol. En ese salto inicial que llevarían a cabo y que sería un momento histórico para ellos y para el deporte español. Un hito que nunca podríamos haber imaginado que sucediera. El partido era lo de menos. Y así fue. 


Partido sin historia. El Oeste se volvió a llevar la victoria con un Westbrook estelar y que se alzaría con el MVP. Los 40 puntos anotados, sus credenciales. Varios récords logrados como nº de triples anotados e intentados, máxima anotación de un jugador en una primera parte o mayor puntuación combinada de la historia de los All-Star. Todo esto da fe de la poca tensión competitiva.
El próximo será fuera de Estados Unidos, en Toronto. Así se puso fin a la fiesta del baloncesto, se apagaron las luces, pero solo del Madison, porque ya se sabe que Nueva York es la ciudad que nunca duerme.